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Género: qué es y su importancia en nuestro autoconocimiento.

En términos de relaciones humanas el género es el conjunto de roles, características y oportunidades que una sociedad asigna a una persona asociada a su condición de hombre, mujer, identidad u orientación sexual; o el rol y características que una persona se auto asigna dentro de las circunstancias mencionadas.

Es decir, el género, a diferencia del sexo biológico, es una construcción social.

Una construcción social es algo que no existe en la naturaleza, sino que deriva de convenciones o pactos sociales tácitos o explícitos inventados en una cultura en particular.

Las construcciones sociales pueden ir de cosas muy sencillas a asuntos muy complejos, y en términos de género asociados a estereotipos, por lo que podemos ejemplificar con “las faldas solo las pueden usar las mujeres”, o la ingeniería naval es una profesión para hombres”, o “los gays no pueden ingresar al ejército “.

Históricamente las élites de poder han utilizado falsas justificaciones para oprimir y restar derechos fundamentales a los más vulnerables. Los originarios de nuestro continente y los africanos pudieron ser esclavizados porque teológicamente se argumentaba que eran poco más que animales sin alma, y al no tener alma podían ser tratados como objetos de compraventa y descarte.

Así mismo, el hecho de nacer hombre o nacer mujer inmediatamente nos hace víctimas de ser colocados dentro de la sociedad en roles arbitrarios que son el origen de profundas discriminaciones, maltrato, acoso, etc.

Muchísimas mujeres no quieren ser madres y aún así se ven obligadas a serlo para cumplir el rol social que se cree es inseparable a la condición de poder parir. Es decir, a toda persona nacida mujer la sociedad le asigna el rol obligado de ser madre, cuando en realidad es una opción.

Sobre las asignaciones de roles, características y oportunidades de empleo y de superación según el género se han comentado las bases de enormes sistemas de discriminación que por cientos de años les han truncado la vida a millones de personas negandoles el acceso a la educación, a la profesionalización, a formar familia, etc.

También sobre estás bases se han construido diferentes tipos de violencias como la ejercida contra los hombres en los ejércitos y guerras, o contra las mujeres al utilizarlas como objetos de consumo. Estos son sólo ejemplos ilustrativos de cómo las categorías y etiquetas que creamos los seres humanos son instrumentos de nuestra propia destrucción.

Tradicionalmente en nuestro país sólo se convivía suponiendo la existencia de dos géneros (a low use se le llama género binario): hombre y mujer. Actualmente se habla de una gran cantidad de géneros, incluyendo la ausencia del mismo, en la medida de que las actuales generaciones han empezado a cuestionar todo lo que las viejas sociedades han construido cómo herencia de estructuras de sometimiento y explotación.

En el ámbito laboral nuestro trato debe ser igualitario hacia cualquier ser humano, con el mismo respeto y valorando sus cualidades humanas, intelectuales, y derechos -no las características físicas ni mucho menos la privadas- sin importar el género con el cual se identifique esta persona, porque los derechos humanos y laborales son universales.

Desaprender lo aprendido en materia social es un deber de nuestra dirigencia para construir nuevos paradigmas en los que el ser humano sea visto y considerado en su estado más puro.

Cuestionarnos si los roles y tareas que hemos asumido han sido impuestas por la familia y la sociedad en general o porque sea realmente nuestra vocación, y si tenemos que hacer “todo lo que la sociedad dicta “ o tenemos la opción de redefinir nuestro rol social, es un gran paso para el hermoso viaje de nuestro autoconocimiento y transformación personal.

En otros escritos estaremos profundizando sobre estos temas.


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